INTRODUCCIÓN
Cuando se
cambian muchas piezas y peones, y quedan
pocos efectivos sobre
el tablero, entramos en la fase
que se conoce como «el final de partida».
El final
es la fase más decisiva del juego, pues
tras este no queda tiempo para corregir los errores que se cometan.
A
pesar de su evidente importancia, muchos aficionados no prestan la debida
atención a su estudio
y, como consecuencia, la calidad de su juego baja de modo dramático en el final
y acaban estropeando buenas partidas que pasan de convertirse en posibles
victorias o cómodos empates a derrotas ciertas.
Es
bien sabido que es precisamente en esta fase de la partida donde se pone de
manifiesto con mayor claridad de diferencia de nivel entre los maestros y los aficionados.
Ello
es así porque, a pesar de su aparente simplicidad, la mayoría de los finales encierran una
gran dificultad.
Esta parte
aborda el estudio de los principales finales de modo exhaustivo, con un planteamiento simple que los
hace fáciles de entender, pero a la vez muy efectivo, pues se centra en lo esencial de cada tipo de
final.
PREÁMBULO
Analizar
los posibles movimientos
de las piezas cuando estamos en la fase final es muy útil para resolver la
partida a nuestro favor.
Veamos
algunos
finales simples como el que consigue dar mate sólo con dos torres en el tablero.
*****
LA FASE DEL FINAL
En
muchas partidas
ninguno de los dos bandos consigue dar mate al rey
contrario, por lo que la lucha se va
prolongando.
A
medida que ello ocurre, muchas piezas se van cambiando hasta que ya
quedan muy pocas.
Cuando
se produce esta situación, nos encontramos en la fase final.
Los
finales más simples, que
vamos a examinar a continuación, son aquellos donde a uno de los bandos no le queda otra pieza
que su rey, mientras su
adversario todavía conserva otra.
En
este caso, el bando que tiene ventaja conseguirá dar mate si la pieza restante es
una dama o una torre.
En
cambio, si solo queda un caballo
o un alfil, no es posible dar mate.
Con piezas
menores hacen falta dos alfiles o un alfil y un caballo para poder forzar el mate.
En
cambio, dos caballos no bastan para poder
forzar el mate,
salvo que el rival ayude.
Naturalmente,
un solo peón puede ganar la partida,
si se consigue coronarlo, pues entonces se puede convertir en dama, o incluso en torre.
Fuente: Curso Audiovisual de Ajedrez
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